Jesús tus palabras me sorprenden!!!
Debemos dejarnos guiar por el Espíritu, que es el que finalmente dispone lo que corresponde según los Planes de Dios, sea que nos parezca injusto, incómodo o molesto. No está en nosotros juzgar, sino el responder de la mejor manera, siempre ajustados a la Verdad, a pesar de las circunstancias. Aprendamos que es Él quien tiene las riendas y que es por lo tanto Su Voluntad la que ha de prevalecer y no la nuestra. Distinguirlo no es siempre fácil, por eso se requiere discernimiento, para optar siempre por Dios en toda circunstancia. Tal vez debemos dejar la pretensión de mantenernos siempre al timón, como si lo que ocurriera fuera obra de nuestra vehemencia, voluntad o deseos. Tratemos de comprenderlo de este modo: si de pronto nos sobreviene una de aquellas enfermedades incurables que trastoca todos nuestros proyectos, no quiere decir que Dios nos esté castigando o que no merezcamos la dicha que parecieran tener otros, que tal vez a nuestros ojos ni lo merecen, ni lo reconocen y mucho menos lo agradecen. Estos males y el consecuente sufrimiento llegan a algunos del mismo modo que a otros la bonanza, la salud o la riqueza. No son castigos, ni coincidencias, ni pruebas, ni recompensas. Son propias de nuestra naturaleza contingente, tan buenas las unas como las otras y no siendo eternas, tienen el único propósito de sacar lo mejor de nosotros, la mejor nota, la mejor melodía que en tales circunstancias y con tal instrumento podría tocarse. Eso es todo. En una orquesta hay oboes, trombones, pianos, violines y acordeones, todos los cuales han de prestar su mejor sonido para juntos interpretar la sinfonía de la vida. Así como hay día, noche, calor, frío, hambre, sed y saciedad. Todos tenemos que interpretar del mejor modo nuestro papel, esforzándonos siempre por no desentonar, bajo la circunstancia que nos toque vivir
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