EL AMOR ES PRUEBA DE LA AUTENTICIDAD.
Jesús fue capaz de darse por completo, de dar su vida por nosotros. Y se ha repartido entre todos nosotros como los panes y los peces. Jesús es de todos, es para todos. No hay necesidad de medir, porque Jesús siempre está con nosotros, sin medida. Por esa razón nosotros, los cristianos, debemos estar con todas las personas sin media, como Jesús lo hace todos los días con cada uno de nosotros.
Cristo, no sólo nos da su mensaje sino que se da a sí mismo. Nos da como manjar el pan de vida de su cuerpo y el cáliz de salvación de su sangre. Comer el Cuerpo del Señor y beber su Sangre implica compartir con generosidad, ser solidarios y adorar a Dios en “espíritu y verdad”. Jesús, al multiplicar los panes, realizó los mismos gestos que en la institución de la Eucaristía: tomó pan, lo partió, pronunció la bendición, levantó sus ojos al cielo y se lo repartió a sus discípulos.
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